En estas últimas semanas hemos sido testigos, tal vez por el exceso de "inputs" visuales que nos entran -que tan mala es la ausencia de información como su exceso-, de determinadas manifestaciones cuyo origen no me cabe la menor duda es el desastre político que se vive en Europa en general y en España en particular. En estas protestas hemos podido ver (al margen del origen y magnitud de las mismas a los cuales no doy importancia, ya que soy de los que creen a pie juntillas que el derecho a salir a la calle a protestar es inalienable), una trinidad que viene siendo ya como la santísima, inseparable por definición: Por un lado, a modo padre, el foco u origen y la masa social que pacíficamente lo respalda y defiende; en el papel de hijo, pero de hijo bastardo, el núcleo combativo a modo de COJO MANTECA, que sin duda nada tiene que ver con el padre y que acude a las manifestaciones para reventarlas y aprovechar para divertirse agrediendo a la policía y destrozando cuanto ven a su alcance; y como actor estelar, a modo de Espíritu Santo, encontramos a papá estado, al que le viene fenomenal la existencia de ese hijo bastardo ya que se escuda en él para argumentar lo diabólico que resulta la expresión pública de las reivindicaciones, así como para justificar la represión de la que son objeto.
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El Cojo Manteca destrozando todo lo que encuentra a su paso |

Al margen de estas simples reflexiones, estoy convencido de que mucho más recomendable para la salud mental y corporal, y esto no me lo podéis negar, será cocinar y después dar buena cuenta de este dominguero plato que hoy os traigo: un simple arroz con carne y verduras al alcance de cualquiera, tanto por su mínimo grado de dificultad como por lo económico que resulta. A todos los que no se arriman a los fogones, ánimo y a sorprender a vuestra familia.
Hace unos poquitos años, cuando los niños aún no alcanzaban al borde de la mesa, hicimos una excursión con nuestros entrañables amigos Juan y Cheo, y sus niños Irene y Angel (mi ahijado), a quienes dedico esta receta, a un paraje de Aguilas donde cocinamos en pleno barranco un arroz como el que os muestro, con la particularidad de que fue guisado sobre un lecho de leña seca de tomillo. Os podéis imaginar el resultado.
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Irene, Ángel, Jesús y Marina... también mi ahijada. |
Ingredientes que necesitamos (para 4 personas):
- 1 pechuga de pollo troceada. Podemos cambiarla por magra de cerdo, costillejas de cerdo o incluso salchichas de pollo como se muestra en la sartén de la imagen inicial, la cual quedó limpia el pasado domingo.
- 2 vasos colmados de arroz.
- 1/2 pimiento rojo.
- 1 patata mediana cortada a rodajas.
- 2 tomates pequeños maduros.
- 3 dientes de ajo.
- 1 cucharadita de pimentón.
- 2 alcachofas o "alcaciles", según su origen.
- 8 judías verdes o "bajocas".
- 2 manojos de ajos tiernos.
- 8 ó 10 coles de bruselas.
- Unos champiñones pequeños enteros.
- Un puñadito de guisantes.
- Azafrán o colorante.
- Aceite de oliva.
- Sal.
- Un puñadito de tomillo.
- 6 vasos de caldo de verduras.
- El zumo de 1/2 limón.
Empezamos dando una vuelta en la sartén o paella donde vayamos a cocinar, en aceite de oliva, al pollo o carne elegida hasta dorar. Retiramos y en ese mismo aceite hacemos lo propio con el resto de las verduras lavadas y troceadas, excepto el tomate y los ajos. Yo voy dorando las verduras por separado, ya que cada una requiere una temperatura y tiempo distinto, pero si no quieres enredar demasiado puedes mezclar todo.
Una vez tenemos todo dorado y apartado, sofreímos los tomates pelados y muy troceados junto con los ajos laminados, a fuego no muy fuerte. Cuando esté listo añadimos el pimentón y damos una vuelta rápida, incorporando a continuación el resto de ingredientes, arroz y azafrán incluido. Damos unas vueltas con una pala de madera y añadimos el caldo (o agua con 2 pastillas de caldo concentrado), poniendo el fuego a máxima potencia.
Cuando rompa a hervir añadimos el 1/2 limón escurrido y probamos y rectificamos de sal. Ponemos fuego medio/bajo y a esperar a que esté listo, osea, hasta que el caldo desaparezca.
A este plato de arroz le viene bien un buen ali-oli, cuya elaboración podéis ver en la receta del Caldero,
Al hilo del comienzo de esta entrada y como no, también dedicada a mi amiga Cheo que me ha pedido expresamente que cuente como se hace este arroz, os dejo esta gran canción de Pablo Milanés que, tal vez solo en la nube de la utopía, devuelva a las plazas y calles vuestros sueños y reivindicaciones.
PD.: Querida Cheo, es posible que en la actualidad, allá en el Puerto de Santa María, te encuentres excesivamente alejada de tu etapa universitaria y muy cerca de la alta dirección ejecutiva, por lo que igual habrías preferido que te dedicara "Amo a Laura". (Pincha en "amo a laura")
Ojalá que no.
Ojalá que no.
Que buen arroz nos salió en el cortijo de José Luis. No me he vuelto a comer otro como aquel. De vez en cuando vuelvo a hacerlo, pero no me sale ese sabor que cogió con el tomillo aguileño.
ResponderEliminarLa foto trae muy buenos recuerdos.
Un abrazo a toda la familia y otro para ti.
Bueno, bueno, buenooooo, ... ¡¡¡Me ha encantado!!!! Y por supuesto sigo siendo de Pablo Milanes y Silvio Rodríguez, olvídate de "amo a Laura" . Gracias guapísimo
ResponderEliminarTienes razón Juan, aquel arroz es insuperale. Qué buenos recuerdos de aquella época.
ResponderEliminarA Silvio Rodríguez y Aute les hice la cruz del gato aquel día que fuimos a verlos a un pueblo perdido, donde Cristo perdió la zapatilla. Se lo montaron fatal y pasaron del público dos pueblos. Aún así a veces me gusta oirlos, sobre todo por los gratos recuerdos que me traen. Un beso.